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La gobernanza se refiere a cómo esas decisiones se llevan a cabo, quién las realiza, cómo se aplican y quién es responsable de ellas.
Si vamos a revertir la pérdida de la naturaleza y si compartimos los recursos equitativamente, ahora y en el futuro, entonces una gobernanza eficiente es esencial.
Por ello es que es que la gobernanza es un factor tan importante en el trabajo de WWF, ya sea frenando la corrupción, la cacería furtiva y la tala ilegal, apoyando a las comunidades locales para administrar los recursos naturales o asegurando que los planes de desarrollo tomen en cuenta el impacto ambiental y las necesidades de comunidades locales.
Las poblaciones de peces colapsan donde las pesquerías están débilmente reguladas. Las áreas protegidas fallan si no están bien manejadas y no involucran a las personas que viven dentro y alrededor de ellas. Y los proyectos de infraestructura y la actividad industrial pueden tener consecuencias desastrosas cuando no toman total responsabilidad sobre los impactos para las personas y la naturaleza.
Muchas veces estas fallas ocasionan problemas subyacentes más profundos.
La discriminación, relaciones de poder desiguales y la falta de transparencia excluyen a muchos de la posibilidad de tomar decisiones. Los derechos de las poblaciones indígenas, de las comunidades locales y de las mujeres muchas veces no son reconocidos, particularmente con relación a la propiedad de la tierra. Y una legislación sólida es socavada por la corrupción y un débil cumplimiento de la ley.
Las decisiones que se toman sin ser consultadas o sirviendo solo a un limitado grupo de intereses pueden desencadenar conflictos, mientras que la mentalidad de corto plazo puede llevar a altos costos en el largo plazo.
Debemos atender estos temas para revertir la pérdida de naturaleza.
Donde la gobernanza débil puede dañar a las personas y a la naturaleza, una mejor gobernanza puede lograr una diferencia positiva, y en años recientes hemos visto señales de progreso.
Los gobiernos han realizado compromisos sobre el ambiente y los derechos humanos y han promulgado leyes para proteger a la naturaleza. Muchas empresas han abordado con mayor seriedad la creación de un mejor futuro para las personas y la naturaleza y han sido más receptivas sobre tomar acción. Los grupos comunitarios y las organizaciones de la sociedad civil han sido exitosos al desafiar e influir en las decisiones que las afectan.
Hay muchos ejemplos de buena gobernanza ambiental puesta en práctica: áreas marinas manejadas localmente donde las poblaciones de peces se están recuperando; esquemas de certificación que hacen un balance entre la producción y los derechos de los empleados; empresas, comunidades y gobiernos locales trabajando juntos para manejar recursos de agua compartidos.
Una tarea clave es colaborar para que las personas tomen el liderazgo en cuanto a proteger las áreas donde viven, al fortalecer sus derechos y ayudarlos a encontrar beneficios por cuidar de la naturaleza.
También estamos encontrando nuevas formas de enfrentar la corrupción, una de las más grandes barreras que impiden la prevención de crímenes ambientales como la caza furtiva y el tráfico de especies, la tala ilegal y la pesca pirata.
Y estamos ayudando a los gobiernos y al sector privado para poner en práctica los compromisos asumidos. Esto incluye involucrar a las comunidades en las Metas de Desarrollo Sostenible – la hoja de ruta de Naciones Unidas para un futuro sostenible – y asegurar que el desarrollo cumpla con las necesidades de las personas y de la naturaleza.