Informe Planeta Vivo 2024
Posted on octubre, 09 2024
La naturaleza se está perdiendo, con enormes consecuencias para la humanidad
La biodiversidad sustenta la vida humana y, en consecuencia, nuestras sociedades. Sin embargo, todos los indicadores del estado de la naturaleza a escala mundial muestran un declive.
En los últimos 50 años (1970-2020), el tamaño medio de las poblaciones de fauna silvestre analizadas se ha reducido en un 73 %, según las mediciones del Índice Planeta Vivo (IPV). Esto se basa en el seguimiento de casi 35 000 tendencias poblacionales de 5495 especies de anfibios, aves, peces, mamíferos y reptiles. Las poblaciones de especies de agua dulce son las que han sufrido el mayor declive, con una caída del 85 %, seguidas de las terrestres (69 %) y las marinas (56 %).
En las regiones, los descensos más rápidos se han observado en América Latina y el Caribe —un preocupante descenso del 95 %—, seguidos de África (76 %) y Asia y el Pacífico (60 %). Los descensos han sido menos dramáticos en Europa y Asia Central (35 %) y Norteamérica (39 %), pero esto refleja el hecho de que los impactos a gran escala sobre la naturaleza ya eran evidentes antes de 1970 en estas regiones: algunas poblaciones se han estabilizado o han aumentado gracias a los esfuerzos de conservación y a la reintroducción de especies. La degradación y pérdida de hábitats, impulsada principalmente por nuestro sistema alimentario, es la amenaza más señalada en cada región, seguida de la sobreexplotación, las especies invasoras y las enfermedades. Otras amenazas son el cambio climático (más acusado en América Latina y el Caribe) y la contaminación (sobre todo en América del Norte y Asia y el Pacífico).
Al hacer un seguimiento de los cambios en el tamaño de las poblaciones de especies a lo largo del tiempo, el IPV es un indicador de alerta temprana del riesgo de extinción y nos ayuda a comprender la salud de los ecosistemas. Cuando una población cae por debajo de un determinado nivel, es posible que esa especie no pueda desempeñar su función habitual dentro del ecosistema, ya sea la dispersión de semillas, la polinización, el pastoreo, el ciclo de nutrientes o los muchos otros procesos que mantienen los ecosistemas en funcionamiento. Las poblaciones estables a largo plazo proporcionan resistencia frente a perturbaciones como enfermedades y fenómenos meteorológicos extremos; un descenso de las poblaciones, como muestra el IPV global, disminuye la resiliencia y amenaza el funcionamiento del ecosistema. Esto, a su vez, debilita los beneficios que los ecosistemas proporcionan a las personas: desde alimentos, agua limpia y almacenamiento de carbono para un clima estable hasta las contribuciones más amplias que la naturaleza hace a nuestro bienestar cultural, social y espiritual.
En los últimos 50 años (1970-2020), el tamaño medio de las poblaciones de fauna silvestre analizadas se ha reducido en un 73 %, según las mediciones del Índice Planeta Vivo (IPV). Esto se basa en el seguimiento de casi 35 000 tendencias poblacionales de 5495 especies de anfibios, aves, peces, mamíferos y reptiles. Las poblaciones de especies de agua dulce son las que han sufrido el mayor declive, con una caída del 85 %, seguidas de las terrestres (69 %) y las marinas (56 %).
En las regiones, los descensos más rápidos se han observado en América Latina y el Caribe —un preocupante descenso del 95 %—, seguidos de África (76 %) y Asia y el Pacífico (60 %). Los descensos han sido menos dramáticos en Europa y Asia Central (35 %) y Norteamérica (39 %), pero esto refleja el hecho de que los impactos a gran escala sobre la naturaleza ya eran evidentes antes de 1970 en estas regiones: algunas poblaciones se han estabilizado o han aumentado gracias a los esfuerzos de conservación y a la reintroducción de especies. La degradación y pérdida de hábitats, impulsada principalmente por nuestro sistema alimentario, es la amenaza más señalada en cada región, seguida de la sobreexplotación, las especies invasoras y las enfermedades. Otras amenazas son el cambio climático (más acusado en América Latina y el Caribe) y la contaminación (sobre todo en América del Norte y Asia y el Pacífico).
Al hacer un seguimiento de los cambios en el tamaño de las poblaciones de especies a lo largo del tiempo, el IPV es un indicador de alerta temprana del riesgo de extinción y nos ayuda a comprender la salud de los ecosistemas. Cuando una población cae por debajo de un determinado nivel, es posible que esa especie no pueda desempeñar su función habitual dentro del ecosistema, ya sea la dispersión de semillas, la polinización, el pastoreo, el ciclo de nutrientes o los muchos otros procesos que mantienen los ecosistemas en funcionamiento. Las poblaciones estables a largo plazo proporcionan resistencia frente a perturbaciones como enfermedades y fenómenos meteorológicos extremos; un descenso de las poblaciones, como muestra el IPV global, disminuye la resiliencia y amenaza el funcionamiento del ecosistema. Esto, a su vez, debilita los beneficios que los ecosistemas proporcionan a las personas: desde alimentos, agua limpia y almacenamiento de carbono para un clima estable hasta las contribuciones más amplias que la naturaleza hace a nuestro bienestar cultural, social y espiritual.
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